¿Lo recuerdas?
Era rojo, 
estaba vivo,
era un soñador 
que de la vida estaba enamorado.
No sufría,
no me dolía,
no estaba partido,
pero entonces alguien apareció
y me golpeó,
me doblegó,
me enamoró...
Y luego me rompió,
me hizo añicos,
me convertí en pétalos marchitos,
en cicatrices sangrantes...

El odio me consumió, 
ya no recordaba qué era el amor,
la fría venganza en mis venas se coló
y muerto estaba por dentro, 
era hielo en medio del infierno...

Cada latido mío retumbaba en tu interior,
agonizabas
con el dolor que te proporcionaba,
pues sólo a ti te culpaba
por haberme entregado tan fácilmente 
a quien latigazos me daba.

Llora ahora si quieres,
yo no voy a parar, 
cometiste un error
no dejaré que vuelva a pasar...
No permitiré que daño me vuelvan a hacer, 
recibe este golpe y no lo olvides,
no te dejes engañar otra vez...


Esperando. ¿El qué? Que algo cambie, que el reflejo vuelva a aparecer y que la sombra que ahora veo en el espejo sea nítida de nuevo...


Me duele el corazón, me duele sentir como todos los pensamientos agradables que surcaban en una barquita dentro de mi mente se han caído al agua. La corriente los arrastra y no hay quien los coja. Se escurren entre mis dedos cuando trato de socorrerlos... Aúllan y gritan desesperados para que los rescate y yo me quedo impotente mirando como se ahogan y desaparecen... Sólo me quedan dulces recuerdos de ellos, que se vuelven amargos con el tiempo y ya no sabré si algún día los salvaré, si resurgirán de sus tumbas para hacerme feliz otra vez...


Un camino en vano
es una punzada que me atraviesa, 
como si me clavaran un flecha, 
porque yo sé que por muy feliz que llegue a mi destino 
allí no encontraré a quien necesito...
Serán todo pasos sin sentido
porque todo está vacío...
¿De qué me sirve sentir amor
si no hay con quién compartirlo,
si no hay por quien sentirlo?


Hoy es ese día, en el que te das cuenta de tantas cosas... De todo lo bueno que puede llegar a pasarte, del futuro que te depara, de los amigos que no te abandonan.
Hoy es ese día, en el que las sonrisas se convierten en idioma y las lágrimas son de felicidad.
Hoy es ese día, en el que la rima no importa, la poesía viene del alma y está en prosa, tiene notas... Está viva.
Hoy es el día, en el que la música retumba en tu cabeza y no puedes evitar moverte con ella, no puedes escapar de ese ritmo tan puro.
Hoy es ese día, pero no será el último, no siempre será así y habrá momentos en los que te querrás rendir y terminar... Acabar...
Pero, no será hoy cuando todo eso pase y cuando ocurra sólo mira hacia las cosas buenas que te ha deparado esa vida que en ocasiones llega a ser tan cruel. 
Hoy es ese día, en el que mi corazón se ha sanado...


Gritos... Sólo eso... Gritos que me perforan, me hacen daño, me frustran, me enfadan, me entristecen, me torturan. Gritos en mi oído de reproche, de culpa, de ira. Golpean y golpean y no me dejan tranquila. Martillean en mi cabeza cada vez más fuerte y no paran, no se frenan, siguen y siguen y sólo tengo ganas de acallarlos cuanto antes... Antes de que me vuelva loca por ellos...
Silencio... ¿Es tan complicado? Sólo unos instantes de paz, de pura tranquilidad. No sentir nada y tener la mente despejada, decirle adiós a los agobios, a los puños apretados, al dolor que me profana... No tener que pensar en maneras de acabar con este odio despreciado que me causan todas esas palabras pensadas en alto...
Que alguien me diga que todo terminará, que llegará el momento en el que los gritos desaparecerán y no volverán.
Que alguien me diga que algún día podré escapar...


Me torturo a mí misma leyendo palabras, 
me mareo, todo da vueltas. 
Mis ojos se empañan y me duele la cabeza...
No me gusta este sentimiento 
que me hace daño por dentro. 
Quiero borrarlo, sacarlo, 
no quiero tenerlo...
Mi corazón es estúpido 
por pedir imposibles 
y mi mente tonta 
por no impedirle esos sueños 
que lo llenan 
y luego lo rompen.
Sangrando por dentro estoy...
Mi alma grita...
Mis ojos lloran...
Mi respiración se empieza a cortar...
No puedo decir adiós, 
pero no quiero estar así, 
quiero volver a la normalidad, 
a sentirme bien, 
a no pensar en nada más. 
Pero, no puedo olvidar 
ni dejar de sentir...
Las cicatrices que mi corazón creyó haber curado 
se abren otra vez 
y mientras la sangre gotea dentro de mí, 
yo sigo mareada, 
con el alma gritando, 
los ojos llorando, 
pero ya no respirando...


-¿Sabes por qué me gusta salir?

-Porque te lo pasas bien me imagino.

-Es más bien porque no pienso tanto, no le doy tantas vueltas y vueltas a las cosas, simplemente tengo que pensar en el presente y no tengo que recordar pasados ni preocuparme por futuros que están por llegar, sólo me tengo que centrar en la realidad que veo con mis ojos y ya está, es fácil, no te pones triste...


Hay que aprovechar cuando nos viene la oportunidad de sentir la libertad.


Cuando piensas demasiado puedes ponerte triste, puedes recordar cosas que preferirías olvidar, puedes sentir que el mundo se te viene encima y que no puedes evitarlo. Pero, hay días en los que piensas demasiado y puedes llegar a conclusiones que no te dejan feliz, pero tampoco ese amargo sabor que te queda cuando estás deprimido. Supongo que no se puede definir con palabras todo lo que uno llega a sentir cuando los pensamientos te devoran la mente, pero es como quedarte en un estado neutro e indiferente en el que no ves colores, pero tampoco lo ves todo en blanco y negro, en el que no escuchas gritos y tampoco tristes susurros. En realidad, no hay voces, no hay nadie, es una soledad completa, pero tampoco te sientes tan mal, lo que ocurre es que las cosas que ves y que sientes son más complicadas. Digamos que la mente se vuelve extraña, más de lo normal y ahora mismo escribo simplemente las palabras que me van apareciendo en la imaginación sin buscarles un orden, porque el caos, en cierto modo, llega a ser más hermoso porque nada tiene sentido y las cosas se vuelven distintas a como son en la realidad. Puedes vivir el mundo real dentro de un sueño. Y vuelvo a decir que no se puede explicar todo lo que a uno se le pasa por la cabeza, no habría suficiente papel en el mundo para hacerlo. Y así acaba un episodio de una rara que sólo quiere pensar en "soy feliz, estoy bien, ahora mismo, esto es perfecto..."


Vacío... Sólo eso... Un espeso y profundo vacío en el pecho. Aún no ha llegado esa pieza que me encargó la vida. Se habrá retrasado, se habrá extraviado, se habrá perdido entre toda la mierda que hay suelta en el mundo.
Espero con ansias esa pieza que falta, la que te dice "¿por qué lloras? No tiene sentido estar triste".

¿Dónde está, vida, esa pieza que me falta? Me dijiste que no tardaría en llegar... ¿Has olvidado la promesa que me hiciste cuando me trajiste al mundo? Me dijeron que eras buena con las personas, que los ayudabas y les dabas algo llamado "felicidad". ¿Por qué me has hecho incompleta? Entrégame la parte que me corresponde, no te olvides de que existo...

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